viernes, 28 de mayo de 2010

¿Podemos conocer lo que Dios piensa?

La respuesta sencilla es no. El patriarca Job, cuyo mundo también se volteó al revés en un solo día lleno de desastres, describió las obras de Dios como «inescrutables» (Job 9:10). De acuerdo a la nota del margen en La Biblia de Las Américas, la palabra inescrutable significa literalmente «hasta que no haya escudriñamiento». Pudiéramos buscar la mano de Dios a través de los tiempos, documentando sus obras en suficientes libros para llenar el mundo entero, y aún así nuestra búsqueda para comprenderlo solamente habría comenzado. ¡No podemos investigar a Dios! Nadie puede decir acerca de Su plan, «¡Lo descubrí! ¡Lo he comprendido!»

Una razón del misterio es que Dios piensa y opera en un nivel diferente al nuestro.

«Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos,
ni vuestros caminos mis caminos», declara el Señor.
«Porque como los cielos son más altos que la tierra,
así mis caminos son más altos que vuestros caminos,
y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.»
(Isaías 55:8-9)

Como seres humanos limitados, sencillamente no podemos comprender la mente de un Dios infinito. Pablo escribe,

¡Oh, profundidad de las riquezas y de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos! Pues, ¿QUIÉN HA CONOCIDO LA MENTE DEL SEÑOR?, ¿O QUIÉN LLEGÓ A SER SU CONSEJERO? (Romanos 11:33-34)

Como los astrónomos estudiando el cielo de la noche, vemos la inmensidad de Dios, escudriñando su mente buscando razones, motivos, e intenciones. En nuestras tragedias clamamos y decimos, «Dios, ¿qué estás haciendo?» Un hijo único muere, un padre o una madre abandonan a la familia, y le rogamos a Dios que nos ayude a comprenderlo. Aparece una enfermedad, ocurre un accidente, estalla un desastre natural, y miramos hacia arriba buscando respuestas. Pero aun nuestros mejores telescopios teológicos son demasiado débiles para revelar el alcance más profundo de los propósitos de Dios. No importa que tanta educación tenemos, no importa cuánto tiempo hemos caminado con Dios, no importa qué tan perceptivos somos, nunca pudiéramos comprender completamente por qué Él hace lo que hace.

Nuestras limitaciones nos llevan finalmente al ámbito de la fe y nos confrontan con algunas preguntas que sondean nuestra alma:

  • ¿Podemos confiar en un Dios que no comprendemos completamente?
  • ¿Podemos aceptar el hecho de que siempre faltarán algunas partes del cuadro?
  • ¿Podemos aceptar la voluntad de Dios aunque no podamos comprenderla totalmente?

Balanceando los dos lados de la voluntad de Dios
Mientras nos esforzamos por ver a Dios a través de un telescopio, Dios nos ve en todo detalle microscópico desde el principio hasta el fin, desde la concepción hasta la tumba. De acuerdo al salmista, Él conoce «mi sentarme y mi levantarme», y Él aun sabe mis pensamientos y escucha mis palabras antes que yo las diga (Salmo 139:1-2,4). Él «conoce bien todos mis caminos» (v. 3). Y en su libro, Él ha escrito todos «los días que me fueron dados» (v. 16b).

Podemos ver este detallado plan divino para nuestras vidas desde dos puntos de vista al parecer opuestos que siempre debemos mantener balanceados. El primero es el lado de la soberanía de Dios; el segundo el libre albedrío del ser humano.

Lo que Dios decreta
Como el rey soberano del universo, Dios decreta y determina todo lo que ocurre en este mundo. Esto algunas veces es llamado la voluntad «decretada» o «determinada» de Dios. Dios lleva el timón de su creación. No el destino, no la suerte, no alguna fuerza impersonal de la naturaleza, no el mal corriendo locamente sino solamente el Señor está en total control del curso de nuestra vida (vea Isaías 45:6-7).
Esto, también, es un misterio. ¿Cómo pueden las manos de un Dios amoroso trazar un curso para nosotros que incluye dolor y calamidad? Es incomprensible. Pero, si no fuera así, Dios no sería Dios. Él sería un monarca benévolo pero sin poder que se sienta en el cielo retorciendo sus manos, temeroso de que una tragedia inesperada pudiera echar a perder su plan para nuestro placer y comodidad. No, si Dios es verdaderamente Dios, Él es soberano. Y si Él es soberano, Él abarcará todo lo que ocurre.

Habiendo dicho esto, necesitamos notar que hay ciertas cosas que Dios no puede hacer. Por ejemplo, Él no puede mentir y no lo hará (Números 23:19; Hebreos 6:18). Él no puede tentar a nadie a pecar y no lo hará (Santiago 1:13). Él no puede negarse ni contradecirse a sí mismo y no lo hará (2 Timoteo 2:13). Dios es eternamente consistente.

Por lo tanto, podemos hacer cuatro declaraciones acerca de la voluntad decretada de Dios. Primera, es absoluta. Segunda, es inmutable, o inalterable. Tercera, es incondicional. Y cuarta, está en completa armonía con su plan y con su naturaleza; esto es, nunca contradice su santidad, su juicio, su justicia, ni su bondad.

Este cuarto punto en particular nos calma cuando estamos en mares tempestuosos, pues como Dios es bueno, su plan últimamente nos lleva a un buen final.
Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito (Romanos 8:28).

Satanás pudiera tratar de utilizar las pérdidas y los fracasos y las tragedias para destruirnos, pero este versículo nos asegura que Dios siempre tiene la última palabra. Cualquier cosa que Satanás trata de hacer para mal, Dios lo cambiará para bien. Dios establece el curso, no Satanás, y podemos descansar en Su plan.

Lo que Dios permite
Desde el punto de vista del «libre albedrío», vemos una perspectiva diferente de la voluntad de Dios. Dios verdaderamente es soberano, pero bajo su sombrilla de control, Él permite opciones, algunas de las cuales son malvadas. Esto es llamado la voluntad permisiva de Dios.

Bajo la voluntad permisiva de Dios, somos responsables de nuestras propias decisiones. No podemos culpar a Dios por nuestro pecado. El alcohólico, por ejemplo, no puede excusar su adicción diciendo, «No tuve opción, Dios “decretó” que yo fuera alcohólico.» Dios no «decreta» que nadie peque (vea Santiago 1:13-15). Más bien, dentro de su voluntad permisiva, Él nos da la libertad de elegir entre la justicia y el pecado, y con esa libertad viene la responsabilidad tanto de la elección como de las consecuencias. Las consecuencias pudieran ser horribles, para nosotros personalmente… y para aquellos cuyas vidas destruye nuestro pecado.

En un mundo pecador, personas inocentes sufren. Pero en medio del caos, la mano de Dios está tejiendo un diseño para un propósito divino que no podemos comenzar a comprender. Vemos los hilos sueltos, rasgados, y nos duele el corazón de pesar y dolor. Sin embargo, Dios ve el cuadro completo, y podemos extraer consuelo de la esperanza de que algún día, nosotros también lo veremos.

Porque ahora vemos por un espejo, veladamente, pero entonces veremos cara a cara; ahora conozco en parte, pero entonces conoceré plenamente, como he sido conocido (1 Corintios 13:12).

Podemos elegir en no convertirnos en víctimas de los ataques del enemigo. Podemos resistir el temor que nos paralizaría con la esperanza del evangelio, y con el amor de Cristo, podemos desafiar el odio que destruiría nuestra alma. Tomemos una postura firme contra los ataques de Satanás con la armadura completa de la verdad y la justicia de Dios. Y aferrémonos a nuestra fe en medio de esta tragedia, demostrándole al mundo que, como Pablo escribió, «en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó» (Romanos 8:37).

viernes, 21 de mayo de 2010

A Solas: Un Factor Vital Para Acercarse Más a Dios

Sonrío a menudo cuando leo el Evangelio de Marcos. A este escritor le encantaban la palabra “inmediatamente.” Aparece vez tras vez. Marcos nos recuerda que la vida de Jesús estaba repleta de personas y presiones, de un modo que ni usted ni yo jamás hemos conocido. Pero también anota que “Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba” (Marcos 1:35).

¿Por qué lo hizo? ¿Le gustaba madrugar? No necesariamente. La madrugada era el único tiempo en que Él podía estar a solas. Los siguientes versículos dice que lo buscaron incluso allí, y cuando le hallaron le dijeron: “Todos te buscan” (1:36–37).

Una paráfrasis diría: “Jesús: no puedes quedarte aquí a solas. Vamos, ¡se te necesita allá!”; pero Jesús necesitaba estar a solas temprano en la madrugada para hablar con su Padre a fin de filtrar las cosas; y, amigos y amigas, también nosotros.

Un tiempo a solas es bueno para nosotros. Nuestra tendencia natural es siempre estar rodeados de otras personas, siempre tener algo en marcha, pero, permítame ser cándido: Nunca he aprendido nada que sea verdaderamente significativo al estar con una multitud. Me encanta estar con otras personas, pero estar a solas ayuda a filtrar las cosas esenciales y a descartar lo que no es esencial. La vida de cierta manera cobra sentido cuando se está a solas.

A decir verdad, algunos de ustedes viven en el mismo frente de acción porque continuamente tienen que lidiar con gente, demandas, expectativas, hijos que se aferran a las piernas de uno, amigos, horarios, y planes. Uno ni siquiera puede recordar la última vez en que pasó un tiempo absolutamente a solas. . . . Lo sé, y por lo tanto sé de lo que hablo.

Para mí, a veces es un paseo en motocicleta. A veces es una larga caminata. Pero, tengo que decirles, que cada vez que eso sucede, es deliberado. Nadie jamás me ha dicho: “Necesitas apartarte a solas por un tiempo.” No; esta es una decisión que todos tenemos que tomar.

Casi puedo oír que alguien pregunta: “¿Y qué hago cuando estoy a solas?”

He hallado que una de las mejores maneras de usar mi tiempo cuando estoy a solas es llevar un diario. Un diccionario define un diario como “notas de experiencias, ideas, o reflexiones, que se lleva de modo regular para uso privado.” Quiero que usted considere empezar un diario. Hallará que eso le impide que se pierda las mejores cosas que capta al estar a solas, y eso es lo que le acerca más al corazón de Dios.

Permítame un pensamiento final: El tomar la decisión de observar deliberadamente un tiempo a solas usted se lo debe a Dios, se lo debe a usted mismo, y se lo debe a las personas que más quiere. Exigirá un ajuste en su calendario, pero determinará una diferencia significativa en su vida.

Tomado de Charles R. Swindoll, “Solitude: A Vital Factor in Growing Closer to God,” Insights (enero 2000): 1–2. Copyright © 2000 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados todos los derechos mundialmente.

viernes, 14 de mayo de 2010

Especie en Peligro de Extinción

¿Recuerda usted cuando los hombres eran hombres? ¿Recuerda usted cuando uno podía decirlo simplemente al verlos? ¿Recuerda usted cuando los hombres sabían lo que eran, les gustaba lo que eran, y no querían ser otra cosa que lo que eran?

¿Recuerda cuando eran los hombres los que boxeaban, luchaban, y se jactaban de cuántos kilos de pesas podían levantar?

¿Recuerda usted cuando eran las mujeres las que llevaba maquillaje, aretes y bikinis?

¿Recuerda usted cuando eran los hombres los que iniciaban el contacto, y tomaban la iniciativa en una relación personal, y se comprometían de por vida, y modelaban una masculinidad cimentada en seguridad y estabilidad?

Estoy hablando de hombres que saben discernir, que son decisivos, que tienen un corazón fuerte, que saben a dónde van, y tienen suficiente confianza en sí mismos (y en su Dios) para llegar allá. Hombres que no tienen miedo de tomar la iniciativa, de pararse firmes, fuertes en sus principios, aunque las cosas se pongan color de hormigas.

Tales cualidades no sólo inspiran el respeto de las mujeres, sino que también engendran una admiración saludable en los jóvenes y muchachos que anhelan hallar héroes. Necesitamos hombres que sepan pensar con claridad, trabajar duro, hablar sin rodeos, mientras que a la vez son tiernos, sensatos, y cariñosos, y no piensan que hay necesidad de pedir permiso para tomar las riendas.

En las últimas tres décadas hemos visto un ataque serio a la masculinidad. Los resultados están bien representados en las artes, los medios de comunicación, el mundo de la moda, y en los que llegan a ser los héroes de los jóvenes.

Apenas terminada la sangrienta Guerra Civil de los Estados Unidos de América, el poeta y novelista norteamericano, Josiah Holland, escribió una apasionada oración a favor del país. Empieza: “Dios: danos hombres. . . ." Pero la verdad es que Dios no le da a una nación hombres; nos da muchachos. Niños, adolescentes, muchachos impresionables, que necesitan saber lo que significa convertirse en hombre. El plan de Dios todavía sigue como fue diseñado en la creación; y empieza en casa.

Hombres: ¿están ustedes modelando hombría según la palabra de Dios? Mamás y papás: ¿están ustedes criando a sus hijos para que sean auténticamente masculinos? Si no, ¿por qué no? ¡Piénselo!

Tomado de Charles R. Swindoll, Day by Day with Charles Swindoll (Nashville: W Publishing Group, 2000).Copyright © 2000 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados todos los derechos. Usado con permiso.

sábado, 1 de mayo de 2010

Cómo Confiar cuando Uno Está Angustiado

Algunos tal vez enfrenten lo que fácilmente se podía llamar un problema insoluble. Es a ustedes a quienes espero animar hoy. A menudo las situaciones que no tienen respuestas humanas forman la base para que Dios haga su mejor obra.

Esto se ilustra de manera hermosa en la vida de Job, que, a mi juicio, es un ejemplo vivo de problemas insolubles. La biografía de Job incluye todo un pizarrón lleno de preguntas en cuanto al sufrimiento.

¿Es Dios justo? ¿Es esta situación justa? ¿Qué debe aprender una persona que atraviesa las aguas profundas del sufrimiento?

En Job tenemos un vistazo singular y raro dentro del velo del cielo y detrás de bastidores en la tierra.

Y dijo Jehová a Satanás: ¿De dónde vienes? Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: De rodear la tierra y de andar por ella. 8 Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal? (Job 1:7-8).

¿Que diría Dios de usted si él estuviera hablando con Satanás ahora mismo y hablándole de la vida de usted? “¿No has considerado a ____________ ?” y entonces mencionara su nombre. Al describirlo a usted, ¿qué diría Dios? Con alguno de ustedes, a lo mejor sería algo muy similar a lo que dijo de Job: “perfecto y recto.”

La vida de Job era un modelo maravilloso de vida valiente. Job confió en Dios en las buenas. Ahora la escena estaba preparada para determinar si Job confiaría en Dios en situaciones humanamente imposibles.

El siguiente capítulo en la vida de Job es oscuro. Soportó pérdidas como pocos han conocido. Su casa, destruida; su familia, muerta; su salud, en ruinas; sus finanzas, eliminadas. Sus amigos cuestionaban su reputación santa.

En el largo proceso de resolver sus preguntas y luchas, Job finalmente resolvió confiar en Dios—costara lo que costara. Había adorado. Se había humillado. Se había sentado en silencio. Finalmente respondió a su esposa: “Recibo lo que Dios ha enviado. He recibido lo bueno; ahora recibo la adversidad.” Vuelva a leer eso. Es el secreto de la estabilidad.

Hallo tres razones reales por las cuales Job pudo responder de esa manera. Primero, miró hacia arriba y halló consuelo en la soberanía de Dios. Vio mucho más que las acciones de Dios; vio el corazón de Dios. Aceptó lo que Dios dio y lo que Dios quitó. Vio el amor soberano de Dios, y le dijo a su esposa: “Acaso no deberíamos recibir lo uno y lo otro sin cuestionarlo?”

Job también miró hacia adelante y recordó la promesa de Dios. En el capítulo 19 Job dijo:

“Yo sé que mi Redentor vive, Y al fin se levantará sobre el polvo” (19:25).

Job recordó la promesa de Dios de que al fin todo se resolverá. Mirando hacia adelante, sintió ánimo.

Finalmente, Job miró hacia adentro y se dejó moldear por la instrucción de Dios.Job 42:6 dice que Job miró su vida, y se arrepintió “en polvo y ceniza.” Vio que Dios le había instruido en el sufrimiento y enfermedad como de ninguna otra manera. Dijo, en efecto: “Señor, por primera vez honradamente puedo decir: ‘Me entrego a ti como nunca antes.’”

Exige valentía que el creyente se entregue a un Dios soberano al enfrentar situaciones imposibles. Tal vez eso es exactamente lo que usted necesita hacer en este mismo momento. Me viene a la mente la oración que elevó una vez una persona sabia y consagrada:

Señor: Estoy dispuesto a recibir lo que tú das. Estoy dispuesto a privarme de lo que tú no das. Estoy dispuesto a aflojar lo que tú quieres tomar. Estoy dispuesto a sufrir lo que tú inflinges. Estoy dispuesto a ser lo que tú quieres que sea. Señor, estoy dispuesto.

Amigo y amiga, si sus días han sido difíciles y sus noches han sido como un túnel oscuro y largo, halle su consuelo en el control soberano y amor eterno de Dios. Su Salvador sabe su punto de aguante. Los golpes, destrozos y adversidad que usted está soportando están diseñados para moldearlo; no para arruinarlo. Su fuerza y valentía aumenta conforme Dios tiene su mano sobre usted. Recordar el secreto de Job puede determinar toda la diferencia.


Traducido de una adaptación de Charles R. Swindoll, “How to Trust When You’re Troubled,” Insights (Febrero 2002): 1-2. Copyright © 2002 por Charles R. Swindoll, Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.