lunes, 26 de julio de 2010

Cualidades que trascienden

1 Samuel 16:1-11; 1 Samuel 17:34-35. Vamos a 1 Samuel 17. Aquí vemos a David, de pie junto a Saúl, mientras un gigante avanza pesadamente allende el distante horizonte.

Saúl dice:
— ¿Quién eres tú?
—Yo soy David.
Saúl dice:
— ¿Dónde estabas?
—Con las ovejas de mi padre.
Entonces Saúl le dice:
—No puedes luchar contra este filisteo. No eres más que un chiquillo.
Aunque es apenas un adolescente, David responde sin titubear:
—Tu siervo ha sido pastor de las ovejas de su padre. Y cuando venía un león o un oso y tomaba alguna oveja del rebaño, yo salía tras él, lo hería y la rescataba de su boca. Si se levantaba contra mí, yo lo agarraba por la melena, lo hería y lo mataba (1 Samuel 17:34, 35).

¿De dónde obtuvo David esa valentía? La había aprendido estando solo delante de Dios. ¿Qué clase de hombre es este David? Un hombre de la realidad. Un hombre que seguía actuando con responsabilidad cuando nadie lo estaba viendo.
Goliat no era ningún problema. ¿Por qué razón? Porque David había estado matando leones y osos sin que nadie lo viera. Había estado enfrentando la realidad antes de alistarse para pelear contra Goliat.
David pudo haber vivido hace muchos siglos, pero las cosas que podemos aprender de él son tan actuales como la salida del sol de esta mañana. Dos de ellas me vienen a la mente.

Primero: es en las cosas pequeñas y en el aislamiento que nos demostramos a nosotros mismos que somos capaces de hacer cosas grandes. Si quieres ser una persona con una visión, debe cultivar el hábito de hacer bien las cosas pequeñas. ¡Allí es cuando Dios forma nuestro carácter!
Segundo: cuando Dios desarrolla nuestras cualidades internas, Él nunca tiene prisa. Cuando Dios desarrolla el carácter lo hace a través de toda una vida. Él no tiene apuro.
Es en el aula del aislamiento y el anonimato que aprendemos a ser hombres y mujeres de Dios. Es de los maestros de la monotonía y de la realidad que aprendemos cómo “jugar a ser reyes”. Así es cómo nos convertimos, al igual que David, en hombres y mujeres conformes al corazón de Dios.

Copyright © 2010 por Charles R. Swindoll Inc. Reservados mundialmente todos los derechos.

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